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«Diversidad cultural y silencios históricos: el mensaje incompleto de Javier Milei»

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Hoy, 12 de octubre, celebramos en Argentina el Día de la Diversidad Cultural, una fecha clave para reflexionar sobre la riqueza y la pluralidad que han forjado nuestra identidad. Sin embargo, este año el presidente Javier Milei ha generado controversia con su discurso en un acto en el ex Centro Cultural Néstor Kirchner, ahora renombrado «Edificio Libertad Domingo Faustino Sarmiento». En el evento, Milei exaltó las figuras de Domingo Faustino Sarmiento y Julio Argentino Roca, dos personajes históricos que, sin duda, dejaron una marca imborrable en la construcción del país. Lo que resulta preocupante es que, en una fecha tan significativa, el presidente no haya hecho alusión alguna a las comunidades originarias ni al impacto que las políticas de estos líderes tuvieron sobre ellas.

En este contexto, la dualidad «civilización o barbarie», tan central en el pensamiento de Sarmiento, vuelve a aparecer. Este concepto, que dividía a la sociedad entre los «civilizados» —quienes representaban el progreso, la educación y la modernización— y los «bárbaros» —identificados con lo rural, lo indígena y lo «atrasado»—, marcó profundamente la narrativa de la nación. Sarmiento es recordado por su lucha por la educación y el progreso, pero su visión de las comunidades originarias como un obstáculo para la civilización es un aspecto oscuro de su legado que no puede ser ignorado. Del mismo modo, Roca, con su Campaña del Desierto, llevó a cabo una política de exterminio y desplazamiento de miles de indígenas en nombre de la expansión nacional, un proceso que muchas veces se justificó bajo la misma lógica de «civilización o barbarie».

El silencio presidencial sobre estas realidades históricas, en un día que se debería conmemorar la diversidad, es preocupante. Al resaltar las figuras de Sarmiento y Roca sin mencionar el impacto de sus políticas en los pueblos indígenas, se refuerza una narrativa incompleta y parcial de la historia argentina, una que ignora las deudas que aún persisten con las comunidades originarias.

El Día de la Diversidad Cultural no es solo una fecha en el calendario; es un recordatorio de las deudas históricas que Argentina tiene con sus pueblos originarios. Estas comunidades, lejos de ser una pieza del pasado, siguen luchando por el reconocimiento de sus derechos y por la recuperación de sus tierras. Al omitir su mención en un acto de esta magnitud, se invisibilizan nuevamente sus voces y su relevancia en la construcción de la Argentina contemporánea.

No se trata de negar los logros de figuras como Sarmiento o Roca, sino de mirar la historia con una perspectiva más amplia y honesta. La dicotomía «civilización o barbarie», que sirvió de justificación para tantas políticas de exclusión, ya no tiene lugar en una sociedad que se construye sobre la base del respeto a la diversidad cultural. Argentina es un país construido sobre una pluralidad de culturas, y reconocer tanto las luces como las sombras de nuestro pasado es fundamental para avanzar hacia un futuro más inclusivo y equitativo.


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