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UNSA: La casta de la dedocracia

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La contratación de la hija del secretario general de la Universidad, Alberto Mariscal Rivera, bajo la órbita de la Subsecretaría de Comunicación que se encuentra en su jurisdicción de acción, despertó además de rumores y voces disonantes en esa casa de altos estudios, el cuestionamiento a la metodología para acceder a incorporarse dentro de la Universidad Nacional de Salta, en la que la dedocracia parece haberse convertido en moneda corriente.

Sin ir más lejos, en la Subsecretaría de Comunicación, toda designación ha sido por el arbitrio y beneplácito de las nuevas autoridades, siendo su subsecretario egresado de la Universidad Católica, cuando la UNSa desde 2006 cuenta con la carrera y un notable número de egresados que podrían haber concursado por el cargo, si la autoridad vigente hubiera dotado de transparencia, éste y otros procesos. Ni hablar del sueldo millonario, por encima de los 4 millones que percibirá, siendo con dedicación exclusiva, y retribución equivalente a secretario de Facultad.

Otra suerte sufrieron los numerosos contratos en el área, todos bajo la línea de pobreza, pero sin al menos la presentación de un proyecto de evaluación que dé cuenta de la competencia en el área, de jóvenes que en algunos casos ni siquiera cuentan con el aval académico, para la tarea que llevan adelante.

Nina asumió el 12 de mayo, pero junto a Martearena, parecen haber acordado que la dedocracia sería un factor clave de la gestión, con al menos 7 contratos más en el área que no logran levantar la imagen alicaída de numerosos tropiezos, o más bien grandes errores en el inicio de gestión, como el nombramiento de un gabinete plagada del grupo de Económicas, del que Mariscal, aunque «pequeño», resulta la carga más pesada.

Tal es así, que no hace tantas semanas, desde que Darío Barrios recibiera la orden del mismo Mariscal y del secretario administrativo Diego Sibello, para «marcar» a los trabajadores que cesarían en sus funciones, idea a la que Barrios descartó, señalando que esa misma gente a la que la nueva gestión decidía dejar afuera había sido parte clave para que la fórmula Nina-Martearena llegara al Rectorado.

Nada hay tampoco de las promesas de campaña, de administrar favorablemente la universidad, pese al viaje del rector para obtener un financiamiento que hasta ahora no llegó.

Y ni hablar de los llamados «no despedidos», cuyos contratos cayeron a fines de mayo, a quienes se les comunicó via wapp que no tendrían renovación automática, y que además de perder un ingreso familiar, al día de hoy denuncian la falta de pago del último mes trabajado.


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