La versión, brindada por la Política On Line, refiere que Luis Caputo amagó con renunciar a la presidencia del Banco Central, por la falta de acuerdo con el FMI.
La decisión parecía tan encaminada que Gustavo Cañonero, actual vicepresidente de la institución, ya estaba casi listo para reemplazarlo.
Cañonero tiene un perfil más técnico y mantiene una buena relación con el staff del FMI.
El descontento de Caputo es tal, que semanas atrás ya sonaban los nombres de los economistas Guillermo Calvo, Miguel Kiguel y Leonardo Leiderman, para ocupar su puesto.
Recetas que no funcionan
Quienes han seguido el tema de cerca señalan que la tensión entre Caputo y el FMI se encuentra en escalada, porque mientras desde el organismo internacional se mira a Argentina como un país “sin política monetaria”, Caputo considera que el Fondo sólo quiere “aplicar en la Argentina recetas que no funcionan, ni contemplan la especial relación de los argentinos con el dólar”.
Caputo intentó explicar al FMI la volatilidad del dólar en un país en el que la depreciación del peso y la falta de confianza en el mercado local han llevado a que más del “95% de los dólares que se vendían eran del Central”, intentando así frenar otra corrida cambiaria como la de las últimas semanas, en las que la divisa norteamericana llegó a venderse a $44 por momentos.
Caputo desobedeció la orden del FMI de no intervenir en el mercado cambiario a través de las reservas del organismo y “vendió cientos de millones de dólares de reservas”. Las rispideces,también se dieron, con Nicolás Dujovne, quien lleva adelante la negociación internacional.
En una entrevista, Christiane Lagarde, titular del FMI sostuvo que se buscaba que Argentina tuviera una política monetaria con “claridad, transparencia, información adecuada y debida para los operadores del mercado y una mejor comunicación”.
Con el respaldo del presidente, la vivencia de algún escrache, y sin aspiraciones políticas, Luis Caputo permanecerá por ahora en su lugar.
