Cristina Kirchner negó hoy en un escrito ante el juez Sebastián Casanello las acusaciones de lavado en su contra, en la causa conocida como “la ruta del dinero”, que tiene como imputado principal al empresario patagónico Lázaro Báez.”Todos los activos de mi familia están en el país” refirió. Aseguró asimismo: “No fui clienta de La Rosadita”, la financiera implicada en esta causa, y dejó en claro que no estuvo en el casamiento de Leonardo Fariña con Karina Jelinek.
La ex presidenta desmintió estar relacionada con el dueño de Austral Construcciones y resaltó que la imputación en su contra obedece a una clara “persecución política”.
“Podrán seguir vigilando mis movimientos y los de mi familia, escuchar de manera clandestina mis conversaciones telefónicas o excavar toda la Patagonia argentina o donde mejor se les ocurra, que nunca van a encontrar nada con lo que involucrarme, porque jamás me apoderé de dinero ilícito alguno“, manifestó Kirchner.
La ex mandataria refirió: “No solo desconozco por completo esta supuesta maniobra, sino que no existe ningún elemento de prueba que me vincule a la misma”. También precisó: “Jamás tuve cuentas bancarias no declaradas, ya sea sola, con Lázaro Báez o con cualquier otra persona. Todos los activos de nuestra familia están y seguirán estando en la República Argentina y siempre fueron incorporados a nuestras declaraciones juradas impositivas, así como también a las que presentamos en nuestro carácter de funcionarios públicos. Además, por toda nuestra actividad siempre hemos pagado puntualmente los impuestos correspondientes”.
Cristina apuntó contra la Justicia y la falta de independencia de los poderes señalando: “En definitiva, la manera transparente en que hemos administrado nuestro patrimonio les permitió a los ‘no jueces’ que se han lanzado en nuestra contra a embargar nuestros bienes, bloquear las cuentas bancarias, intervenir las empresas familiares y designar al frente de éstas auxiliares que no hicieron otra cosa que ocasionarnos perjuicios. Es más, se llegó hasta el absurdo de embargar mi jubilación y bloquear mis tarjetas de crédito e impedirme, siquiera, tener una tarjeta de débito. Todo ello, seguramente, con el propósito de ahogarme financieramente y luego seguir mis movimientos (tal como lo hacen habitualmente los servicios de espionaje gubernamentales) para ver si termino yendo a alguna bóveda en la que guardaría los millones de dólares que un grupo de arrepentidos que ahora se han cartelizado dicen haber pagado”, agregó.